domingo, 31 de octubre de 2010

Irisada indigestión

¡Qué perfumado va el aire,
todo me invita al amor!

Pero a mí me duele todo,
del hígado al esternón.

¿Saldrá hoy la Caperucita?
Por ella doy dos pasos, dos.

¡Ay, qué dilema más grande!
¡Qué punzada en el corazón!

Al fin... creo ver a mi amada,
¡más blanca que nívea flor!

¿Sin caperuza? No es ella,
mas quizá sepa mejor…

-Buen día, Caperucita
¿cómo vas sin capuchón?

Y la niña va y me dice:
"Usted va errado, señor.

Lo que usted está mirando
no es mi tierno cabezón.

Tiene usted falta de gafas.
¿No ve que traigo un melón?"

¡Ños! ¡Caramba con la niña!
¡La mate el rey que rabió!

Va atizando aquí y allá,
lo hace sin contemplación.

Y, como en todos los cuentos,
lo peor lo llevo yo.

-Sólo soy un pobre lobo
solo, triste y soñador.

Vivo en el número siete,
calle "El lobo muy tragón",

quiero mudarme hace años
al barrio "Rojo amor",

pero siempre que lo intento,
pasa un lindo capuchón,

y en el camino me siento
a devorar sin compasión.

Come que te come, verde,
rosa, amarillo limón.

Traga que te traga, azul,
magenta o gris cenizón.

Comí capuchas, con niña,
cada una de un color.

Sino a ti, mi musa roja,
que no sé que siento yo.

¡Qué perfumado va el aire,
todo me invita al amor!

Tal vez puedas ayudarme
a encontrar la solución,

y evitar de esa manera
que muera de indigestión.

© Los sonetistas del bosque. Octubre 2010.

miércoles, 20 de octubre de 2010

No quiere el sonetista mostrarse, mas por dar una pista muestra el sexo

Es internet un mundo en el que todos
andamos con caretas y disfraces,
con otros nombres, sexos, muy capaces
de hallar segundas vidas, nuevos modos.


¿O es que sabemos más que los apodos
de estas caperucitas tan fugaces?

Y a los lobos, es más, así nos nace
buscar en otras ropas acomodo,


fingir la voz, mentir, agazaparnos,
impelidos por ancestral gazuza,
siempre emboscados, siempre por atajos,


con la esperanza débil de zamparnos
algún día por fin la caperuza
con la niña locuaz que va debajo.


© El misterioso sonetista. Noviembre 2008.

Oda a la caperuza desatada y ondeante

Dulces caperucitas dadaístas
que os entráis en los bosques literarios
armadas con los dardos legendarios
de inusuales palabras imprevistas;

intrépidas muchachas optimistas
que con hábiles gestos incendiarios
sois azote de lobos perdularios
que acechan babeando a sus conquistas:

izad las caperuzas por bandera
y conseguid victoria no raquítica
sino rotunda gloria verdadera

que renueve los triunfos de neolíticas
niñas de rojo cursis, menos fieras,
en fértil hermandad caperucítica.



© El misterioso sonetista. Noviembre 2008.

jueves, 14 de octubre de 2010

Diálogo entre una Caperucita positivista y un lobo letraherido

Iba Caperucita por la playa
(que no hay con “bosque” rima que proceda)
recién peinada, airosa, piel de seda,
absorta en mariposas, flores, bayas,

y llega en esto el lobo que se explaya:
-"¡Mira, niña! ¿Vislumbras la vereda?
Hay un tesoro; busca en la arboleda."
(La pobre niña casi se desmaya).

Pero en vez de eso murmuró con pena:
-"¡Pobre lobo!, ¡resulta que es miope!
¡Árboles, dice! ¿Tú no ves arena?"

No ha leído jamás la niña a Lope,
ni el soneto a Violante, ¡qué faena!"
-gruñó el lobo, escapándose al galope.

© Los sonetistas del bosque. Octubre 2010.

martes, 12 de octubre de 2010

Soneto con estrambote

"Fantasías, las charlas entre amigas,
olor a verde, a tierra muy mojada,
luchar con pluma en vez de con espada,
vencer dragones siendo sólo hormigas,

amistades eternas, buenas migas,
ver aromas de mar y fuente ansiada,
recibir el dolor con carcajadas
y el amor con entrega y sin fatiga,

besar montañas escalando labios,
beber en una copa luz candente,
sentir juntos, de forma indivisible,

naufragar en las olas de ojos sabios
y cenas y caricias que te alienten
y aún más: soñar posible lo imposible."


Y dijo el lobo horrible,
que oyó lo que cantaban las muchachas:
“¡Bah, me las comeré aunque estén borrachas!”

© Los sonetistas del bosque. Octubre 2010

lunes, 11 de octubre de 2010

El sueño de Caperucita

Esos bosques, oh Cape, que frecuentas
me han contado entre sueños un secreto:
dicen que el lobo ha escrito un gran soneto
inspirado en magentas vestimentas.

Y un aroma, tan frágil que a las mentas
de tu aliento sucumbe, surge inquieto,
incitando en las ramas de un abeto
a despertar tus alas somnolientas.

Salta al abismo, sílfide escarlata,
que el carmín me conquista en el boscaje
y si más cielo alcanzo más anhelo.

Ve al sol, que el aire etérea piel no ata,
ni aguarda Ítaca a aquel que no hace el viaje.
Tu destino te espera. ¡Emprende vuelo!

© Los sonetistas del bosque. Julio 2009