miércoles, 20 de octubre de 2010

Oda a la caperuza desatada y ondeante

Dulces caperucitas dadaístas
que os entráis en los bosques literarios
armadas con los dardos legendarios
de inusuales palabras imprevistas;

intrépidas muchachas optimistas
que con hábiles gestos incendiarios
sois azote de lobos perdularios
que acechan babeando a sus conquistas:

izad las caperuzas por bandera
y conseguid victoria no raquítica
sino rotunda gloria verdadera

que renueve los triunfos de neolíticas
niñas de rojo cursis, menos fieras,
en fértil hermandad caperucítica.



© El misterioso sonetista. Noviembre 2008.

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